Columna de Daniel Johnson para El Mercurio: Violencia escolar, control o prevención
Es imprescindible fortalecer las herramientas de la comunidad escolar compuesta por sus alumnos, profesores, asistentes de la educación, apoderados y sostenedores, para resolver conflictos e instalar prácticas de buena convivencia.
El caso de Puerto Montt ha generado gran alarma, sin duda ha hecho sentir profundo temor a los padres que envían todos los días a sus hijos a los colegios, un lugar que debe ser seguro y protegido. Estos temores parecen validar la incorporación de medidas como el control de mochilas y detectores de metales a la entrada de los colegios.
Afortunadamente en Chile no hemos tenido casos de tiroteos masivos en establecimientos educacionales ni en otros lugares públicos, el caso de Puerto Montt encuentra un símil recién en el año 2004, hace 15 años, con un disparo que dio muerte a un niño en el liceo de Santa Juana, sin embargo, la gravedad del daño que estos eventos generan nos obliga a mirar el problema con detención y tomar acciones para resolverlo, pero ¿qué medidas son realmente efectivas? y ¿dónde intervenir?
Lo primero es estar conscientes de que la violencia es un fenómeno con múltiples causas, y que estas se pueden encontrar en el entorno, familiar, vecinal y también escolar. Respecto a este último, es imprescindible fortalecer las herramientas de la comunidad escolar compuesta por sus alumnos, profesores, asistentes de la educación, apoderados y sostenedores, para resolver conflictos e instalar prácticas de buena convivencia de manera sistemática y con foco formativo.
Si bien la Ley sobre violencia escolar, vigente desde el 17 de septiembre de 2011, estableció condiciones mínimas a cumplir para abordar la violencia en los colegios, su implementación se ha reducido al cumplimiento de las obligaciones administrativas que impone, las que por sí solas no generan las capacidades de gestión de la convivencia necesarias.
Los niños reproducen la violencia que ven en el mundo adulto (la agresión se aprende) y las agresiones se perpetúan si los adultos no intervenimos. La violencia entre los niños no es, por lo tanto, un tema de niños, sino que nos involucra a todos.
Es entonces fundamental implementar en nuestros colegios programas de convivencia escolar que hayan demostrado ser efectivos (los hay y no son particularmente costosos), que generen las capacidades en todos los estamentos escolares para identificar los factores que propician las condiciones de violencia y la capacidad de generar estrategias para abordarlos. En Fundación Paz Ciudadana llevamos más de 10 años implementando el programa Paz Educa con éxito, entregando las herramientas que permiten reducir las condiciones de violencia, en decenas de colegios de la Región Metropolitana.
Hay quienes proponen la revisión de mochilas como posible solución, una medida de control costosa, difícil de implementar, poco efectiva y que atenta contra el clima de confianza que la misma Política Nacional de Convivencia recomienda, y que además se haría permanente si no se implementan las medidas preventivas que proponemos, porque no resuelve las causas del problema, generando incluso mayor percepción de inseguridad.
Es natural que frente al riesgo de la pérdida de vidas busquemos protección y justifiquemos medidas que parecieran mitigarlo, pero esta urgencia no puede desviar la atención de las medidas que en el mediano y largo plazo nos permitirán tener una sociedad con herramientas sólidas para protegerse de la violencia.
Ante lo ocurrido, mención especial requieren las armas. Las comunidades que han validado su uso como mecanismo de control del delito tienen naturalmente un mayor número de muertes a causa de ellas, pero no sólo por el uso de sus legítimos tenedores, sino también por quienes logran acceder a ellas, cometiéndose un mayor número de suicidios y de delitos violentos. En Chile, afortunadamente tenemos una política restrictiva para el uso de armas, y los cambios normativos en discusión en el congreso actualmente confirman este carácter, sin embargo, debemos avanzar hacia una mejor formación de los propietarios de armas, para que sean realmente consientes y responsables de su uso y del acceso de otros a estas y que asuman todas las consecuencias que esto conlleva.
Las manifestaciones de violencia en nuestra sociedad y en particular en los establecimientos educacionales son preocupantes y debemos abordarlas desde la prevención, hay programas que han demostrado tener éxito en esto, implementarlos nos permitirá entregar herramientas a nuestros niños para resolver conflictos no solo en el colegio, sino en toda su vida futura.