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¿De dónde viene la violencia? Tres expertos intentan explicar el rebrote

En los controles de detención de las primeras cinco jornadas del estallido social que comenzó el 18 de octubre, la mayoría de los detenidos —según relataban fiscales que tomaron los procedimientos— tenían 40 años y más y eran primerizos. Ello explicaba que reconocieran de inmediato la falta y que fruto de su inexperiencia fueran atrapados con mayor facilidad y hasta que se perdieran en medio de los locales que saqueaban.

Pero ello fue cambiando y hoy, de los cerca de 15.560 detenidos, 87% tiene antecedentes policiales y 66,6% tienen cinco o más aprehensiones anteriores, según el informe oficial de Carabineros del lunes 18 de noviembre.

También existe un cambio en el patrón de las acciones violentas, que ayer exhibieron un nuevo peak (ver página 3). Ayer se atacaron centros de salud privados y públicos, por ejemplo. ¿Cuál es el origen de este nuevo rebrote de violencia? No se conocen estudios de lo vivido en el último mes. Daniel Johnson, director de Paz Ciudadana, ratifica que aún hay poca información empírica que permita entender en profundidad el involucramiento de personas en hechos violentos que se han presentado tras el estallido social.

Y que por lo mismo, realizan un estudio sobre la materia, que permitirá contar con datos y a través de ellos entender adecuadamente el fenómeno. Algunas pistas que los hechos de violencia van mostrando: la presencia de banderas de barras bravas en Plaza Italia (uno de los imputados por el atentado a la estación Pedreros está asociado a una facción de La Garra Blanca); la violencia apreciada en Lo Prado, Puente Alto, Quilicura, Peñalolén y Colina, entre otras comunas, inicialmente se ha vinculado con actividades narcos, debido al poder de fuego que han demostrado.

Hoy, en radio Cooperativa, la vocera de Gobierno, Karla Rubilar opinó que no se ha logrado recuperar el orden público ‘porque estamos viviendo un nivel de violencia inusitada bastante orquestada. Hay información importante en materia de narcotráfico, que en algunos lugares está actuando a plena luz del día… Hay financiamiento de la violencia. Creemos que sectores muy duros delincuenciales (…) de barras bravas asociadas al narcotráfico también están aprovechando estas circunstancias’.

‘El estallido social permite que distintos grupos participen, como soldados narcos, delincuentes, pero también grupos más políticos de corte anarquista, que ven en ese movimiento una posibilidad para actuar, mostrarse y reclutar jóvenes. No es que los anarquistas estén liderando el movimiento, ni que expliquen todos los ataques… es la mezcla’, explica el experto en violencia política y conflictividad social de la U. de Chile, Sergio Salinas. Y ejemplifica con el caso de Valparaíso, donde algo más de la mitad de los jóvenes detenidos pasó por algún centro del Sename.

‘Los nuevos movimientos sociales además tiene conexión digital entre ellos y experiencia en un tipo movilización que partió en las cumbres antiglobalización de Génova (2001) y Seatle (2003) y que en Chile se vio con los ‘capuchas’ en la Apec de 2004. Entonces el sabotaje, el incendio es una parte consustancial de su accionar que viene desde hace 15 años y toda la experiencia internacional muestra que es algo reiterativo. Los anarquistas participan de ello, pero no es que estén conduciendo’, añade Salinas quien, coincidiendo con Rubilar, culmina diciendo que hoy los soldados narcos están aprovechando de ‘foguearse’ en los enfrentamientos con la fuerza pública.

González (UC): ‘No se trata de personas insanas’ Para el investigador del Centro de Estudios de Conflictos y Cohesión Social de la UC, Roberto González, la violencia también responde al actuar de distintos grupos, que se van unificando en tono a la rabia.

‘Hay grupos activos que adoptan deliberadamente la violencia, pero hay manifestantes pacíficos —son la gran mayoría— que cambian su dinámica de relación en virtud del contexto en que se están desarrollando los procesos. Ahí las actuaciones de represión para volver a tomar el control generan que el grupo neutral se unifique en torno a la rabia que la represión exacerbada genera, y esto se transforma en un círculo vicioso’, dice.

‘No se trata de personas insanas. Es una dinámica intergrupal de reacción donde la militarización pasa a ser parte del problema y sirve al propósito de unificar a los grupos. Así es como vemos ahora altos niveles de valoración y reconocimiento a la ‘primera línea’ (los encapuchados que se enfrentan con escudos a Carabineros)’, sostiene.

‘Creas una identidad más potente. Antes era un ‘tú y yo’, donde operan los mecanismos de autorregulación, y ahora es un ‘nosotros contra ellos’. El nivel de desprecio a la policía que se está creando es tan grande que vemos incluso agresiones fuera de los contextos de protesta’, finaliza.

Con él coincide el director de Caritas Chile, Lorenzo Figueroa, para quien ‘hay una legitimación de la violencia de lado y lado. Eso se ve en estos símbolos que han llenado la ciudad que muestran la violencia casi heroica: el perro, los aplausos a encapuchados, por ejemplo, son cosas que no hemos sabido leer y que nos hablan de ideas y emociones. Y por el otro lado, tenemos legitimación desde la institucionalidad, en que el valor absoluto y universal de los Derechos Humanos se ha relativizado con un discurso de orden público a toda costa’.

‘La respuesta violencia, en la base, tiene que ver con el abuso y la desigualdad que se vive en lo cotidiano. Pero también hay una dimensión más simbólica, de un maltrato simbólico que tiene su hito en este gerente que dice ‘esta playa es mía’ o el ministro que dice que la gente va a los consultorios a hacer vida social… Eso, además de una elite deslegitimada por la corrupción, con anuncios que son siempre catalogados como migajas’, dice.