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Columna El Mercurio Legal “Paola y la reinserción”

Francisca Werth Wainer
Directora del Área Persecución, Justicia y Reinserción
Fundación Paz Ciudadana

Paola y la reinserción

En las últimas semanas se ha iniciado una discusión sobre la necesidad de construir más cárceles, en medio de demandas de más seguridad por parte de la población, un cambio en la dinámica de la delincuencia con hechos más violentos y un sistema penitenciario saturado. En este contexto, la revista Sábado de El Mercurio nos entregó otra mirada del tema. Desde el testimonio de Paola Ramírez, condenada por homicidio, pudimos recorrer su historia y su exitoso proceso de reinserción, el que ella, acertadamente, dice que es también el de toda su familia.

Al leer su testimonio surgen preguntas sobre cuánto de esta historia pudo haber sido evitada muy tempranamente, en distintas oportunidades, antes de que Paola terminara presa y condenada por homicidio. Hagamos el ejercicio.

Paola cuenta que vivía con su abuela, con un padre ausente y con su mamá trabajando todo el día. Que se sentía sola. De haber detectado esta situación, la escuela podría haber sido un factor protector entregando herramientas a la familia para hacerse cargo de la niña en un contexto donde faltaban tiempo y recursos para su cuidado. Podría también haber recibido apoyo directo para aprender a manejar sus sentimientos, ser derivada a atención especializada si la necesitaba o participar en programas municipales. Esta fue una de las primeras oportunidades de prevención perdidas.

A los 14 años, cometió su primer delito y dejó el colegio. La escuela o el municipio deberían haber intervenido, ojalá coordinados, para evitar el abandono escolar, analizar su situación familiar, evaluar, apoyar y derivar. Otra instancia desperdiciada.

Su primer embarazo fue a los 16 años. Entonces, agregamos como actores a cargo de la prevención al consultorio donde probablemente se atendió y al municipio a cargo de coordinarse con la oferta pública relacionada. Una posible derivación a una ONG o fundación que trabajara con mujeres con embarazos adolescentes podría haber hecho también la diferencia. Una tercera oportunidad de prevención fallida.

Posteriormente, llegaron dos embarazos más y nadie pareció haber notado su vulnerabilidad. Fue víctima de violencia y las instituciones a cargo no intervinieron.

Finalmente, ejerció el comercio sexual, en un prostíbulo donde además había tráfico de drogas. Vínculos con redes delictuales la llevaron a tener problemas con uno de sus líderes, terminando en un enfrentamiento a balazos y con Paola condenada por homicidio.

De lo que Paola cuenta, existieron más de 6 oportunidades perdidas de haber hecho algo para prevenir su trayectoria de vida, y eso sin contar cuántas más podríamos sumar si agregamos a su madre y hermanos.

Por suerte para el abrumado lector de este testimonio, en la cárcel las cosas cambiaron. Allí, la Fundación Mujer Levántate logró lo que antes ni el Estado ni particulares habían hecho: ayudarla. Comenzó a asistir a capacitaciones y talleres, y recibió apoyo psicológico y contención. La acompañaron a lo largo de todo el camino, incluso en libertad, hasta rearmarse. Consiguió un empleo. Se reinsertó en la sociedad. Y su vida cambió.

Historias como las de Paola son pocas en nuestro país y, probablemente, responden más al esfuerzo individual de sus protagonistas que a un sistema bien calibrado para detectar, prevenir e intervenir tempranamente.

El estudio “La Reincidencia en el Sistema Penitenciario Chileno” de Fundación Paz Ciudadana mostró que más del 50% de los condenados egresados del sistema cerrado presentaba una nueva condena en el período estudiado, y 71,2% un nuevo contacto con el sistema de Justicia. La reincidencia es igual de importante en el caso de las mujeres, especialmente en condenas por los delitos de hurtos o tráfico de estupefacientes, y la reinserción más difícil por factores estructurales como el menor acceso al trabajo y cuidado de hijos (Larroulet, Droppelmann, Daza et al, 2021).

¿Qué podemos hacer? La reincidencia no disminuirá con condenas más largas, penas más duras o más cárceles. Por el contrario, la cárcel es una respuesta cara y con efectos criminógenos. Fundación Paz Ciudadana ha sido consistente en señalar que se debe potenciar el uso de penas sustitutivas y libertad condicional en aquellos casos en que el sistema de justicia lo considere pertinente. Cuando la condena deba ser privativa de libertad dada la gravedad de la pena asignada al delito y/o la elevada reincidencia, se debe disponer de una adecuada evaluación de la persona y la derivación a programas efectivos que potencien la posibilidad de reinserción, entregando herramientas efectivas a través de programas basados en evidencia.

Pero si realmente queremos prevenir la delincuencia debemos trabajar en interrumpir estas historias en etapas tempranas, aprovechando las oportunidades que un sistema estatal y local coordinado debería ser capaz de detectar. La mirada del Estado debe en esta materia ser compleja para ser robusta y no sólo centrarse en una alternativa como son las cárceles. Sólo así podremos leer menos historias como las del reportaje o si existen, tendrán todas el mismo final que el de Paola y su familia.